El 7 de enero, se compartió en varias plataformas de redes sociales la desgarradora historia de un hombre de 56 años de Mexicali, Baja California, que perdió su casa en un incendio devastador y se dio cuenta de que su amigo más cercano era lo verdaderamente importante en la vida.
El señor conocido como Don Mario opera desde hace 10 años su propia empresa, vendiendo vasos o protectores para llantas de automóviles, a pesar de tener una discapacidad auditiva que no le impide ser independiente.
Mario Alberto Méndez González lamentablemente tuvo que ver cómo su ascendencia desaparecía y ahora vive solo con su querida mascota.
Pudieron descubrir el incendio, que aparentemente se inició en la habitación como consecuencia de un cortocircuito eléctrico, mientras Mario dormía en las primeras horas de la mañana. Afortunadamente, Don Mario pudo huir de su casa en llamas antes de que el fuego se extendiera rápidamente a otras áreas del edificio.
Las llamas también envolvieron su camión Nissan, que iba cargado con mercancías y aumentaron la ferocidad del fuego.
Mientras los vecinos esperaban a los bomberos, Don Mario entró en pánico para salvar la vida de su compañero que aún se encontraba dentro de la casa. El fuego había quemado casi por completo la vivienda, pero los vecinos cercanos le impidieron entrar para intentar rescatarla.
Cuando llegaron los bomberos, vieron esta dramática situación cuando Don Mario, presa del pánico, comenzó a sofocar las llamas con la manguera de un vecino.
A Mario no le importaban las cosas monetarias; todo lo que quería era que su amigo más cercano se beneficiara de ellos.
En Facebook, Express RGV escribió:
Envió una señal a los bomberos haciéndoles saber que salvar a su perro era su primera preocupación.
Como era extremadamente improbable que el animal hubiera sobrevivido, todos en ese momento pensaron lo peor, pero el hombre nunca se rindió.
De alguna manera, un bombero salió de la casa con el perro de Don Mario a cuestas. Le gritó cuando lo vio, lo que hizo que el perro corriera a sus brazos. Mientras sostenía al perro, comenzó a llorar.
Jonathan Bobadilla, vecino y fotógrafo, tomó la fotografía y, tras recibir elogios, la publicó en Internet.
El hecho de que Don Mario y su perro sobrevivieran ilesos a la calamidad es lo que más importa en la narrativa, a pesar de todas las pérdidas económicas.
Las imágenes retrataban perfectamente la bondad de Don Mario y su amor perdurable por su amigo. Sus vecinos y quienes se enteraron de la noticia organizaron rápidamente una variedad de actividades de recaudación de fondos para ayudarlo.