Durante nuestro trabajo, un maestro fortuito nos llevó a una escena desgarradora: un perro braco adoptado abandonado en un vertedero al borde de la carretera. Agotada, frágil y cubierta de heridas, dio testimonio de la seguridad que había tenido. Sangrando profusamente, con las costillas visibles debido al hambre, había sido descartada sin piedad cuando su utilidad parecía haber llegado a su fin. En ese instante, reconocimos la necesidad de intervenir y brindarle una vida de esperanza.
Con cuidado, nos esforzamos en ofrecerle consuelo, envolviéndola en mantas para protegerla del miedo y la lluvia. Sin embargo, el trauma que había sufrido había grabado su marca, provocando que azotara con frenética desesperación. Al reconocer su angustia, la transportamos rápidamente a la clínica más cercana, lo que marcó el comienzo de su viaje hacia la recuperación.
Los profesionales médicos realizaron rápidamente pruebas y análisis completos, iniciando su tratamiento sin demora. Se le administraron medicamentos y suero, brindándole el alivio que tanto necesitaba. Con manos expertas, el médico vendó suavemente sus heridas, utilizando cantoron para garantizar que su proceso de curación fuera lo menos doloroso posible.
Siete días después la trajimos a casa y le pusimos el nombre de Peri. Aunque todavía estaba llena de miedo, era comprensible dados los horrores que había cometido. Las heridas que llevaba eran indescriptibles, un testimonio del esfuerzo que había sufrido. Limpiamos y desinfectamos cuidadosamente sus manos, aplicando cremas y ungüentos para ayudarla en su proceso de curación. El apoyo y el aliento de nuestros amigos resultaron invaluables, ya que estuvieron a nuestro lado, ofreciéndonos asistencia inquebrantable durante esta terrible experiencia.
A medida que pasó el tiempo, fuimos testigos de primera mano de la resiliencia de Peri. Poco a poco superó su miedo y ganó confianza para ir sola al jardín para ir al baño. Fue un espectáculo alentador poder superar su posición por sí sola, un testimonio de su fuerza y determinación. A pesar del ataque, ella permaneció en silencio, haciendo gala de una inteligencia y una resistencia notables.
Treinta días después de su viaje, la transformación de Peri era innegable. Su recuperación había avanzado considerablemente y su comportamiento, antes tímido, dio paso a un carácter inteligente y amigable. Se había convertido en un miembro querido de nuestra familia y jugaba alegremente con su nueva amiga, Abisi. El progreso de Peri le trajo una alegría inconmensurable, mientras abrazaba su segunda oportunidad en la vida con inquebrantable gratitud.
Hoy en día, se la puede encontrar corriendo y disfrutando de los placeres simples de la vida, un testimonio del poder de la resiliencia y el poder curativo del amor. La historia de Peri es un ejemplo del espíritu perdurable que reside dentro de cada ser vivo, incluso ante situaciones de seguridad inimaginables. Su viaje ejemplifica la importancia de la compasión, la resiliencia y el poder transformador del amor.
Mientras reflexionamos sobre la notable transformación de Peri, dejemos que su historia sirva como un llamado a la acción. Que nos inspire a todos a defender la seguridad animal y defender el bienestar de todas las criaturas. Juntos, podemos crear un mundo donde animales como Peri sean apreciados, protegidos y tengan la oportunidad de experimentar el amor y el cuidado que tanto merecen.