En el tranquilo pueblo de Midville, Lipcolpshige, se abrió un escenario conmovedor. Paul Skipper, un ciclista local, se encontró con un perro de tres años llamado Carly, con la cabeza apoyada tristemente en una bolsa. Cuando Paul se acercó, notó lágrimas en los ojos de Carly: una vista grácil y en movimiento, que reflejaba su profundo dolor por sus cachorros. Trágicamente, la bolsa contenía los cuerpos sin vida de sus cuatro cachorros.
Sacudido por este escenario, Paul inmediatamente alertó a las autoridades. Su rapidez de pensamiento llevó a Carly a recibir la atención que necesitaba y a ser llevada a un lugar seguro. Skipper, un concejal de Boston de 58 años, también cocontactó con la policía y con la Sociedad Real para la Prevención de la Crueldad hacia los Animales (PCA).
El equipo de гѕPCA se apresuró a llegar al lugar, con la esperanza de que los cachorros todavía estuvieran vivos. En algunos casos, los cachorros parecen sin vida pero reviven con el cuidado y la calidez adecuados. Afortunadamente, ya era demasiado tarde para los cachorros de Carly. El veterinario que lo atendió especuló que nacieron vivos ese mismo día y posiblemente murieron por la exposición al frío. Esta espantosa realidad sugiere que fueron adoptados con las peores prácticas.
La idea de su posible supervivencia, si hubieran sido encontrados tan bien, es desgarradoramente triste. Semejante acto desafía la superación; Es difícil creer que una persona capaz de esta crueldad pueda carecer de toda compasión y humanidad.
Afortunadamente, Carly se está recuperando bien y goza de buena salud. Su identificación ayudó a las autoridades a rastrear sus orígenes. La inspectora Becky Haper de ЕPCA expresó su consternación ante este incidente, enfatizando la crueldad de abandonar tanto a la madre como a sus cachorros.